Cerca de los siete meses de embarazo, me vino un dolor inaguantable como al costado del trasero. Esto me impedía caminar bien, estaba coja, era un dolor insoportable, como si miles de agujas se enterraran constantemente en esa zona de mi cuerpo. Nadie me decía bien qué podría ser. Después de dos semanas que no paraba de llorar del dolor, llegué donde Bárbara, quien en cosa de minutos revisó cómo caminaba, si estaba derecha. etc. Resultó ser una lesión en el músculo piramidal. Desde ese momento en adelante, me indició que me levantara de la cama con ambos pies apoyados, lo mismo al ingresar a la ducha, al caminar, al sentarme, entre otros. Además, me detalló unos simples ejercicios que hacer en mi casa, que en total no duraban más de 10 minutos.